jueves, 10 de octubre de 2013

ALGO HAY QUE HACER

            “Algo hay que hacer”. Es el mensaje-fuerza que tratan de transmitirnos desde el Ministerio de Educación para que nos traguemos su Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). Esgrimen el Informe Pisa según los cuales los resultados del sistema educativo son muy malos y en consecuencia algo hay que hacer. Esa conclusión que parece de sentido común y probablemente sea el primer pensamiento que le acuda a la cabeza a cualquiera que le mencionen los análisis comparativos sobre los resultados de los sistemas educativos de cada país, deja de ser razonable cuando lo argumenta un gobierno que ya ha preparado un proyecto de ley que pretende reformar el sistema educativo.

            Ese gobierno no puede decir “ALGO hay que hacer” ese gobierno debería decir: ”ESTO es lo que no hay que hacer”. Pero que el Ministerio y el partido en cuya mayoría se sustenta digan “algo hay que hacer” y que la oposición, amplia y diversa (oposición parlamentaria, comunidad educativa –profesorado y familias-, incluso gobiernos autonómicos), no ha presentado propuestas alternativas de lo cual se deduce que quieren que el sistema siga tan mal como hasta ahora, es cobarde por no presentar y defender su propia iniciativa y falaz por pretender que no han presentado propuestas cuando con su mayoría absoluta y absolutista están dispuestos a arrasar cualquier iniciativa ajena.

            Hoy se ha debatido en el Congreso de los Diputados y tras su pase por el Senado quedará aprobada esta nueva ley que se resume en:

            Una reforma orientada por su ideología nacionalista (española) y centralizadora, por su confesionalidad con la Iglesia Católica y por sus intereses de clase (clase hegemónica burguesa).

            Una reforma que pretende seleccionar y prescindir de cierto alumnado con revalidas. Una reforma que establecerá diversos itinerarios dirigiendo al alumnado procedente de clases altas a la universidad y al de clase obrera a la Formación Profesional. Una reforma que prioriza conocimientos instrumentales y técnicos aprovechables por las empresas frente a las disciplinas humanísticas.  Una reforma centralista que pretende uniformizar los conocimientos y materias en todo el territorio aumentando las materias comunes, impartidas en castellano y en detrimento de las lenguas co-oficiales.

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