Ayer me desayuné con un notición que
Diario de Navarra colocó en su portada. Afirmaba el rotativo que la diputada Barkos
pidió en el Parlamento español una subvención de 150.000 euros para una empresa
de la que es accionista. Feo, feo, suena muy feo. Paso al cuerpo de la noticia y
se me salta la risa. Uxue Barkos aportó 1.200 euros a Euskalherria Irratia.
Esta emisora de radio, la única en
euskera de toda Iruñerria, lleva treinta años funcionando sin ninguna subvención.
Se le ha negado repetidamente la licencia en diversos concursos más que
cuestionados tanto en la redacción de las bases y baremo como en la aplicación
del mismo y la resolución.
Evidentemente Euskalherria Irratia
no es una empresa que reparta dividendos entre sus “accionistas”. Esa compra de
acciones más bien parece una aportación a fondo perdido, una cotización como
las que se hacen a cualquier asociación, sindicato u ONG, para posibilitar su
funcionamiento. Euskal Herria Irratia es más ONG que cualquier ONG ya que no
recibe subvenciones públicas y muchísimas ONG sí (de diferente cuantía, claro,
depende de cuán cercanas estén al gobierno: FAES, Fundación Ideas...)
Diario de Navarra ha hecho un
perfecto ridículo en su afán por proteger a la Presidenta del Gobierno, Yolanda
Barcina, que no ha sido imputada en el caso de la dietas de la CAN por ser
aforada. Este sí es un escándalo mayúsculo. El pasado sábado miles de personas
nos manifestamos por las calles de Iruñea pidiendo su dimisión. Yolanda
Barcina, siendo miembro del Consejo de Administración de CAN, de la Junta de
Entidades Fundadoras de CAN y de la quasi clandestina Comisión Permanente de la
CAN (órgano desconocido en el Consejo de Administración de la CAN y que sólo
contaba con cuatro miembros que cobraban del orden de 6.000 euros por sesión en
concepto de dietas). Yolanda Barcina se subió el sueldo de Presidenta del
Gobierno un 33% cuando decidieron eliminar la Comisión Permanente de la CAN y
en consecuencia sus dietas, semanas después de haber saltado el escándalo a la
prensa; este episodio coincidió con una congelación salarial del funcionariado,
después llegó la supresión de la paga de Navidad. Yolanda Barcina, tras cesar
como alcaldesa y ser elegida parlamentaria pidió reincorporarse a su plaza de
funcionaria en la Universidad Pública de Navarra para cobrar durante el tiempo que
transcurrió entre el cese de alcaldesa y la toma de posesión en el nuevo cargo
(algo más de dos semanas, en verano, cuando ni siquiera iba a tener que pisar
el centro).
Yolanda Barcina, la amiga de las
fotos, la inauguradora de todo lo construido y por construir, lleva una semana (la
que ha pasado desde la imputación de sus compañeros de órgano asesor,
supervisor o como quiera que lo denominaran en sus, también desconocidos
estatutos, de la CAN) escondida, y varios meses desaparecida en su acción de
gobierno que se limita a aprobar decretos preparados por los titulares de los
diversos Departamentos con la esperanza de salvar su imagen aunque sea a costa
de estos. Ahora, Diario de Navarra se apresta a echarle un capote insinuando
comportamientos irregulares en la oposición, pero la gente tiene esta pendiente
del futuro inmediato de los dirigentes de su partido favorito, UPN.
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