martes, 9 de abril de 2013

Barkos vs Barcina


            Ayer me desayuné con un notición que Diario de Navarra colocó en su portada. Afirmaba el rotativo que la diputada Barkos pidió en el Parlamento español una subvención de 150.000 euros para una empresa de la que es accionista. Feo, feo, suena muy feo. Paso al cuerpo de la noticia y se me salta la risa. Uxue Barkos aportó 1.200 euros a Euskalherria Irratia.

            Esta emisora de radio, la única en euskera de toda Iruñerria, lleva treinta años funcionando sin ninguna subvención. Se le ha negado repetidamente la licencia en diversos concursos más que cuestionados tanto en la redacción de las bases y baremo como en la aplicación del mismo y la resolución.

            Evidentemente Euskalherria Irratia no es una empresa que reparta dividendos entre sus “accionistas”. Esa compra de acciones más bien parece una aportación a fondo perdido, una cotización como las que se hacen a cualquier asociación, sindicato u ONG, para posibilitar su funcionamiento. Euskal Herria Irratia es más ONG que cualquier ONG ya que no recibe subvenciones públicas y muchísimas ONG sí (de diferente cuantía, claro, depende de cuán cercanas estén al gobierno: FAES, Fundación Ideas...)

            Diario de Navarra ha hecho un perfecto ridículo en su afán por proteger a la Presidenta del Gobierno, Yolanda Barcina, que no ha sido imputada en el caso de la dietas de la CAN por ser aforada. Este sí es un escándalo mayúsculo. El pasado sábado miles de personas nos manifestamos por las calles de Iruñea pidiendo su dimisión. Yolanda Barcina, siendo miembro del Consejo de Administración de CAN, de la Junta de Entidades Fundadoras de CAN y de la quasi clandestina Comisión Permanente de la CAN (órgano desconocido en el Consejo de Administración de la CAN y que sólo contaba con cuatro miembros que cobraban del orden de 6.000 euros por sesión en concepto de dietas). Yolanda Barcina se subió el sueldo de Presidenta del Gobierno un 33% cuando decidieron eliminar la Comisión Permanente de la CAN y en consecuencia sus dietas, semanas después de haber saltado el escándalo a la prensa; este episodio coincidió con una congelación salarial del funcionariado, después llegó la supresión de la paga de Navidad. Yolanda Barcina, tras cesar como alcaldesa y ser elegida parlamentaria pidió reincorporarse a su plaza de funcionaria en la Universidad Pública de Navarra para cobrar durante el tiempo que transcurrió entre el cese de alcaldesa y la toma de posesión en el nuevo cargo (algo más de dos semanas, en verano, cuando ni siquiera iba a tener que pisar el centro).

            Yolanda Barcina, la amiga de las fotos, la inauguradora de todo lo construido y por construir, lleva una semana (la que ha pasado desde la imputación de sus compañeros de órgano asesor, supervisor o como quiera que lo denominaran en sus, también desconocidos estatutos, de la CAN) escondida, y varios meses desaparecida en su acción de gobierno que se limita a aprobar decretos preparados por los titulares de los diversos Departamentos con la esperanza de salvar su imagen aunque sea a costa de estos. Ahora, Diario de Navarra se apresta a echarle un capote insinuando comportamientos irregulares en la oposición, pero la gente tiene esta pendiente del futuro inmediato de los dirigentes de su partido favorito, UPN.

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