jueves, 12 de julio de 2012

Rajoy, un hombre sin palabra


Ayer el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, presentó ante el Congreso de los Diputados un nuevo plan de ajuste y recortes. La, oficiosamente ya anunciada subida del IVA ha sido de 3 puntos en el tipo general y 2 el reducido (del 8% al 10%). Esto ya se ha convertido en una táctica: nos filtran las intenciones del ejecutivo, vamos hablando de ellas, pero como sólo son suposiciones nuestra reprimimos nuestra irritación a la vez que nos vamos haciendo a la idea y luego presentan la medida adoptada que es más grave que la que esperábamos. Del IVA nos habían insinuado que subirían al 20%, pues bien, han subido al 21%. El ataque al funcionariado también estaba cantado. La concreción del mismo: se le birla una paga extra, además de unos días de asuntos propios. La atención a personas dependientes va camino de desaparecer porque se reduce la financiación de la misma. También se rebajan las prestaciones de desempleo a partir del sexto mes se reduce el porcentaje de la misma, del 60% al 50%. Dice Rajoy para “animar la búsqueda de empleo”. Lo mismo podía haber dicho para encabronarla. Siguen con la ficción de que el que no trabaja es porque no quiere. Podrían suprimir la prestación y la gente seguiría sin encontrar empleo porque no hay trabajo. Y no hay trabajo porque con su obcecación en el recorte del Gasto Social no deja de deprimir la economía.

Vi un rato la intervención de Rajoy en la tribuna de oradores. No es patético como Rubalcaba, que se presenta como un pobre hombre, con la cabeza hundida entre los hombros y tartamudeando al iniciar sus alegaciones, quizá para parecer más cercano al ciudadano medio. Me indigna su desfachatez. Sabe que todo el mundo se ha dado cuenta de las contradicciones entre su programa y su campaña electorales y su acción de gobierno; así que no la niega sino que finge estar afligido por las decisiones que él mismo está tomando y las justifica en que no hay más remedio. Falso, falso y cobarde. Siempre hay capacidad de optar. Y él ha elegido. Elige subir el IVA que, como impuesto directo, afecta a toda la sociedad, pero no en la misma medida. Un impuesto al consumo afecta a quien no tiene capacidad de ahorro a quien tiene que gastar todos sus exiguos ingresos. Elige no grabar a las grandes fortunas. Elige bajar el sueldo al funcionariado para reducir el gasto y no perseguir el fraude fiscal para aumentar los ingresos. Elige reducir las prestaciones de desempleo y rescatar a la banca.

Por último, dice que actúa de buena fe, que hace lo que cree mejor para el interés general y vuelve a mentir. Esto es lucha de clases. El actúa en interés de los grandes capitalistas, de la banca, de quienes van a comprar en rebajas la Renfe o las instalaciones aeroportuarias y en perjuicio de la mayoría social, desde los excluidos sociales, dependientes, parados de larga duración, hasta las clases medias incluyendo al funcionariado, que no son unos cuantos enchufados sino cientos de personas que han accedido a un puesto en la administración mediante oposición y cobran poco más de 1.000 euros, o ahora mismo los mineros del carbón a quienes pretende dejar en la estacada. Lucha de clases. Ellos ya nos están atacando ¿responderemos nosotros?

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