viernes, 13 de abril de 2012

LO LLAMAN DEMOCRACIA Y NO LO ES

            Hace diez días, tras un partido de fútbol, la Ertzantza hizo una carga en el casco viejo de Bilbao. Dispararon pelotas de goma, que debe ser parte del protocolo por la habitualidad con que lo hacen. Estas armas, o los proyectiles que disparan, a lo largo de los años han herido a unas cuantas personas, a veces causado lesiones permanentes (pérdida de visión…) En esta ocasión el resultado ha sido la muerte de un joven.
            El Consejero de Interior Rodolfo Ares, ha dicho que es una muerte injusta. Un terremoto no es injusto, un ataque al corazón no es injusto. Las injusticias las cometen personas y si la muerte de una persona es injusta es porque otra lo ha matado.
            El Consejero Ares, también ha asumido la responsabilidad política del suceso. Pero no piensa dimitir. Si él es el responsable de una muerte injusta ¿qué consecuencias considera que debe tener por esa responsabilidad que él mismo asume?
            También nos han anunciado una investigación a fondo, “caiga, quien caiga”. Pero nadie cree que vaya a obtenerse ningún resultado. Son demasiados episodios de violencia policial sin condena para creer en ella. La pelota que impactó en la cabeza de Iñigo Cabacas salió de un único lanzapelotas manejado por un policía concreto que actuaba acompañado. Sus compañeros son testigos del suceso. Hay un deber ciudadano de colaboración con la Justicia, pero la policía es un colectivo extremadamente corporativista, en el que impera la Ley del Silencio.
            El Consejero Ares ha anunciado que para 2013 se va a retirar ese material. Para Iñigo Cabacas será un poco tarde. Esperemos que en lo que resta de año no se empeñen en gastar las existencias, o quizás no deberíamos salir a la calle.
            Paralelamente, el Ministro de Interior Fernández Díaz, ha anunciado una reforma penal para tipificar como delito la resistencia pasiva. Fijémonos en el atentado al sentido común que supone tipificar como delito una conducta pasiva, un “no hacer”. Además, considerará delito de pertenencia a organización criminal la convocatoria de actos que alteren el orden público. Parten de una ficción jurídica la pertenencia a una organización de cualquier persona que, por ejemplo, reenvié un mensaje por Internet participando de una cadena, al margen de que en la convocatoria no se proponga ningún acto violento. Por si fuera poco introducen conceptos jurídicos indeterminados como “comportamientos intimidatorios” de los ciudadanos frente a los policías armados y pertrechados.     
            Se han dado cuenta de que la implantación de las reformas económicas y sociales en que se han embarcado no serán posibles sin un control social basado en la represión policial y la criminalización de las protestas ciudadanas.
            Lo llaman democracia y no lo es.

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