jueves, 16 de febrero de 2012

TRES CONTRATACIONES Y UN DESPIDO


José Vicente tiene 56 años, mujer y dos hijos y un trabajo fijo en una empresa del metal. “Con la que está cayendo”, se considera un privilegiado. Pero José Vicente va a ser despedido y no lo sabe. Ni lo sabe, ni lo sospecha. Su empresa no va mal, desde que empezó la crisis no han despedido a nadie. Es verdad que dejaron de renovar a unos cuantos eventuales, pero ya se sabe: mientras eres eventual no puedes estar seguro de que te vayan a renovar, hay que meter horas extras y por supuesto no hacer huelga, nunca.
José Vicente sabe que hay crisis y que no se contrata a ni dios. Que se lo digan a él, que tiene a sus dos chavales en casa, desesperados. Con sus carreras, incluso inglés aprendieron, y no hay forma. Carlos, 26 años, trabajó un año en la fábrica, en la cadena, siendo ingeniero. Se compró un coche, estaba contento, pensaba que con su título, podría promocionar: jefe de equipo, jefe de turno, mando medio. No le renovaron.  Virginia tiene 23 años y no se desanima por nada, habrá gastado un paquete de folios imprimiendo el currículum. Nada. No quería ser funcionaria, ahora daría igual que quisiera, ya no se convocan plazas de nada. 
José Vicente confía en que la reforma laboral del PP pueda abrirles las puertas del mercado laboral a sus hijos. Cobrarán poco, ya se sabe: los comienzos son difíciles. 
Dicen que la reforma rebaja la indemnización por despido de 45 días por año trabajado a 33. José Vicente lleva… da igual los que lleve porque los 45 días por año trabajado tienen un tope de 42 mensualidades y porque a él no se le ha pasado por la cabeza que fueran a despedirle.
El despido no es la única sorpresa que espera a José Vicente. Porque no van a ponerle encima de la mesa una indemnización ni de 45 ni de 33 días por año trabajado sino de 20 porque esa es la indemnización para los despidos procedentes. Como lo va a ser el suyo, porque su empresa a acreditar tres trimestres consecutivos de bajada en las ventas, de bajada en las ventas, no de pérdidas.
José Vicente aún no lo sabe pero se va a afiliar a la UGT, él que nunca quiso afiliarse y era el último en parar cuando una asamblea decidía un paro. Si lo decidía la asamblea él paraba, que no era un esquirol, pero ni un paro se había hecho con su voto a favor. Tampoco sabe José Vicente que de nada le va a servir afiliarse porque el despido va a resultar procedente en el juicio.
 José Vicente confía en que la reforma laboral del PP pueda abrirles las puertas del mercado laboral a sus hijos. Cobrarán poco, ya se sabe: los comienzos son difíciles.
Carlos va a encontrar trabajo. Aún no lo sabe, pero la semana que viene lo van a contratar. El destino no va a ser tan irónico como para que ocupe el puesto de su padre. A Carlos le va a contratar una PYME, le van a pedir inglés, no hay problema él tiene un título y una estancia de un año en Irlanda. También le pedirán una ingeniería, no la suya, cualquiera les vale. Ahora no lo sabe, pero su contratación tendrá una bonificación a la Seguridad Social de 3.600 euros durante tres años. Tampoco sabe que su empresario está más interesado en la deducción fiscal de 3.000 euros que le reportará su contratación que en su trabajo. Lo peor de todo es que el trabajo sólo le va a durar 11 meses, no superará el período de prueba de un año. ¿Cómo puede necesitar alguien 11 meses para darse cuenta de que no vales? más aún, ¿cómo puedes estar 11 meses ocupando un puesto para el que no vales?
            Uno de los 500 currículum vitaes que ha enviado Virginia le va a proporcionar una entrevista de trabajo: Que cuántos años tienes, que si tienes novio, que si para ti es más importante la familia o el trabajo, que si tienes disposición para trabajar después de la jornada. Al final, el entrevistador, después de decirle que “le ha caído muy bien” le va a ofrecer un contrato para la form ación y el aprendizaje: “Has tenido suerte, como eres jovencita podrás estar tres años contratada antes de cumplir los 30. Cobrarás sólo 6 horas porque las otras dos son de formación, la formación la impartimos nosotros mismos en la oficina”. El empleador de Virginia, como el de su hermano, tendrá una reducción en la cotización a la Seguridad Social del 75%.
            Con todo, la mayor humillación va a ser para la mujer de José Vicente. Ha respondido a un anuncio “se busca señora española para el cuidado de un señor impedido”. La ley obliga a contratar a las empleadas de hogar y darles de alta en la Seguridad Social y ahora que José Vicente se ha quedado sin trabajo… La hija del anciano no le ha preguntado ni su nombre: Tiene que levantar al señor, lavarlo, vestirlo, darle el desayuno y sentarlo en la butaca con el periódico, la jornada es de nueve a diez y media de lunes a viernes, el sueldo: “como ya debe saber son 641,40 euros brutos al mes, 40 horas semanales naturalmente, usted trabajará siete horas y media semanales…”









No hay comentarios:

Publicar un comentario