lunes, 12 de septiembre de 2011

11-S es el todopoderoso

            Bueno, pasó el décimo aniversario del 11-S. El décimo aniversario del fin del mundo (y del principio) porque antes del 11-S nada había sucedido y después nada sucede que no lleve la impronta de aquel 11-S (no hace falta decir el año, desde aquel 11-S todos los demás 11-S quedaron borrados de la historia –¡qué pensaría Salvador Allende, muerto el 11-S de 1973 en el golpe militar de Chile patrocinado por los EEUU!-).

            Las televisiones nos abruman con su masiva (des)información, programan reportajes especiales, emiten documentos gráficos de hace 10 años, conexiones en directo con los actos que se celebran en conmemoración, entrevistas con sesudos comentaristas políticos y catedráticos de historia contemporánea o con los periodistas que estaban en el aire cuando llegaron las primeras noticias de la colisión de los aviones con las torres gemelas de World Trade Center.

            La historia oficial cuenta que dos aviones (otros dos se estrellaron en el Pentágono y en Pensilvania sin causar víctimas) secuestrados por terroristas musulmanes se estrellaron con las torres gemelas de Nueva York provocando el derrumbe y ocasionando la muerte de 3.000 personas. Sin embargo hay numerosos disidentes de esa “verdad”. Cientos de arquitectos e ingenieros afirman convencidos que la caída de las torres fue una demolición controlada, con cargas explosivas en la base de los edificios. La colisión de los aviones, no habría sido más que un señuelo. Otros consideran improbable que un grupo de terroristas hubiera podido eludir los exhaustivos controles de seguridad de EEUU (aeropuertos, espacio aéreo…), que las autoridades estadounidenses conocían con antelación que se iba a producir el atentado y que por ello aquel día había tan pocas personas (unas 3.000) trabajando en WTC, y que en los días anteriores hubo movimientos económicos sospechosos a la vista de los acontecimientos.

            La infinita pena que invadió a los estadounidenses, el miedo que les causó sentirse vulnerables y su habitual patriotismo, le permitió al entonces presidente de EEUU, George W. Bush la, iniciar la “guerra contra el terrorismo”. Dentro de esta campaña política y militar se enmarcan la destrucción y ocupación militar de Afganistán a partir de 2001 y de Irak desde 2003, causando decenas de miles de víctimas mortales y el expolio de sus recursos naturales; la guerra en Paquistán y en Somalia y la Iniciativa Transahariana de Lucha contra el Terrorismo que implicó a todos los países musulmanes de Africa.
           
            La crisis económica mundial que estalló en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers ha hecho insostenible para EEUU prolongar en el tiempo la “guerra contra el terrorismo” por lo que, tras la localización y asesinato de Osama Bin Laden por un comando de élite del ejército estadounidense en Paquistán y ordenado por Barack Obama (el primer presidente mulato de la historia de los EEUU, la primera persona que obtiene el Nobel de la Paz, no por lo que hubiera hecho sino por las expectativas que había generado) EEUU ha dado por cerrado el círculo y está retirando las tropas de Irak y Afganistán.

            Me había propuesto obviar el 11-S, la primera frase de este artículo así lo indica, pero me temo que el propio artículo demuestra que no lo he conseguido, que sólo he dejado pasar la fecha, pero no el acontecimiento. El 11-S es como Dios, omnipresente, omnisciente y omnipotente.

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