miércoles, 3 de agosto de 2011

LA POLÍTICA COMO PROFESIÓN

          
            He leído a un ex parlamentario en su actual faceta de columnista que la profesión de José Luis Rodríguez Zapatero no es la de presidente del Gobierno y apostilla. “Estaba de paso, por vocación política y, en consecuencia, por compromiso ciudadano. Y por ello, hay que tenerle todo el respeto”.
            El eventual articulista hacía referencia a una conversación entre el general japonés al cargo de la isla y un subordinado suyo en la película “Cartas de Iwo Jima”. El oficial felicita a su subordinado, diciéndole que es un buen soldado; a lo que éste contesta: "Yo no soy un buen soldado, soy un buen panadero”. Nuestro inefable político y ahora circunstancial periodista obvia la diferencia entre el panadero a quien se moviliza (la vocatio le llega desde el gobierno) y el todavía Presidente del Gobierno a quién le atribuye vocación política/compromiso ciudadano. Para alguien que “estaba de paso” dos legislaturas de presidente del gobierno y 25 años de diputado no es poco (este no accederá a la pensión máxima con sólo una legislatura…).  Claro que desde que se profesionalizó la política, la percepción que tiene la ciudadanía es que la vocación (llamada) que sienten los políticos es la de la pasta y el compromiso es con su propio patrimonio familiar y nivel de vida o status social y económico. Sabiendo que nuestro escribidor fue durante años parlamentario foral (a sueldo del Parlamento de Navarra), liberado por IU y que tras las recientes elecciones autonómicas del 22 de junio ha sido nombrado Director del INAP (Instituto Navarro de Administración Pública) por el “prestigiado” procedimiento de libre designación por el Gobierno de coalición UPN-PSOE; se diría que el respeto que pide para José Luis Rodríguez Zapatero lo pide para sí mismo y todos los que como él han hecho de la política su profesión.

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